

Uno de mis grandes amigos, Rafa Morales, siempre me echa flores y halagos sobre lo bien que escribo, que si patatin que si patatan, esta claro que exagera pero se agradecen esas muestras de apoyo. Tambien me dice que cuando escriba un libro en serio le guarde un papel de protagonista, ya lo dice en un comentario de este blog, y he pensado que ya me que encuentro tan relajado en Laos y hoy tengo tiempo de sobra, por que no intentarlo ahora?. Antes de nada aclaro que todo va a ser ficcion y cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
Rafaello Moralini, detective corso, acababa de aterrizar en Vientiane (Laos). Habia nacido en Corcega, pero su ascendencia maltesa, chipriota y tunecina le conferian un marcado caracter mediterraneo, una mezcla explosiva, un tipo duro, atractivo, aventurero y con un gran olfato para los negocios. Ultimamente andaba en Mallorca, le gustaban las islas, solia decir que preferia estar rodeado de agua que de gentuza, pero se sentia demasiado anclado en las Baleares, hacia tiempo que no daba tumbos por el mundo y ya tenia ganas de soltar amarras.
Ya llevaba un par de anos haciendo encargos para un bufette de abogados de dudosa reputacion, nada del otro jueves, su trabajo se limitaba a sencillas vigilancias a matrimonios adulteros, bajas de trabajo fraudulentas, e incluso a chavales de quince y dieciseis anos, hijos de ricos cuyos padres querian saber que hacian sus retonos en su tiempo libre. Un trabajo sencillo, unas fotos de prueba y resuelto el caso. No le pagaban mal, pero aquello carecia de la adrenalina necesaria para sentirse vivo y cuando llegaba a su oscuro apartamento cogia la botella de whisky, se preparaba un canuto, ponia un cd de Tom Waits y rememoraba aquellos encargos de anos atras, cuando recorrio el planeta de cabo a rabo y conocio lo mejor y lo peor de este curioso mundo.
Pero un buen dia recibio una llamada de un viejo contacto.
-"Te irias a Vientiane ahora mismo?"-, dijo la voz al otro lado del telefono.
-"A donde dices, a Vietnam?"-, contesto Rafaello.
-"No, cono, a Vientiane, capital de Laos"-, aclaro el interlocutor.
-"Buff, Lagos dices, Nigeria, paso, paso, Africa esta muy revuelta ahora mismo"-,
Moralini seguia sin darse cuenta de lo que le iba a deparar el futuro.
-"Joder, no te enteras, Laos, L-a-o-s!!"-, aclaraba su contacto, -"Sudeste asiatico,la antigua Indochina, al lado de Vietnam, Camboya y Thailandia"-.
Los nombres de aquellos paises sonaron a musica celestial en los oidos de nuestro amigo y no dudo en aceptar la oferta. Por fin podria desentumecer su cuerpo y su mente, levaria anclas de nuevo, y ademas su contacto le habia prometido unos cuantos miles de euros en caso de que saldria bien la jugada. La unica pega es que no sabia que tipo de trabajo tendria que hacer, ni hizo muchas preguntas ni obtuvo muchas respuestas, le irian viniendo senales poco a poco. Ademas no sabia nada de Laos, solo recordaba que alli se oculto Roldan, aquel jefazo de la Guardia Civil que se escondio alli unos anos tras pegar un buen palo a las arcas del estado. Pero aquel tipejo ya cayo, asi que supuso que su trabajo no guardaria ninguna relacion con aquel episodio.
Y en esas andaba pensando mientras recogio sus cosas en la cinta de equipajes, paso los controles de inmigracion y tomo un taxi hasta el centro de Vientiane, hasta La Promenade, en plena ribera del rio Mekong. Rafaello Moralini no estaba acostumbrado al calor del tropico en esta epoca, ya habia comenzado la temporada de los monzones y las lluvias torrenciales y la brutal humedad estaban presentes. Pronto se dio cuenta que fue un error llevar aquella maletita con ruedas, entre los charcos, los socavones y los agujeros de las aceras no podia con su alma y tuvo que contratar los servicios de un chavalito que le llevo su equipaje hasta un sordido hotel cercano.
Despues de tomar una buena ducha se sintio mas relajado y empezo a atar cabos. Lo primero era ir a las diez de la noche a uno de los garitos de comida ambulante de La Promenade. Una vez alli no tendria que preocuparse, tan solo estar en un sitio bien visible. Se le acercaria un tuk-tuk (una especie de moto taxi como la que veis en la foto, muy tipico en esta parte del mundo) y le entregarian un sobre con unas instrucciones sobre lo que tendria que hacer a la manana siguiente. Como tenia tiem po de sobra decidio ir una hora antes a estudiar un poco el terreno y a comer algo; el avion, la humedad, el jet-lag y la incertidumbre le habian revuelto el estomago. Se sento en los taburetes que tenia alrededor un puesto de comida y pidio una sopa de bufalo con fideos y brotes de soja. Se quedo con hambre y vio a una mujer con un wok salteando algo que parecian gambas y pidio otro plato. Se dio cuenta tarde de que lo que parecian gambas eran saltamontes gigantes, pero bueno, bien fritos y con chilli aquello se podia comer.
Y mientras Rafaello Moralini andaba hurgandose la boca con un palillo intentando quitarse un par de antenas de saltamontes que aun tenia entre las muelas, aparecio un tuk-tuk.
-"Allo, Mr.Moralini"-.
-"Yes, Rafaello, I be"-. Nuestro amigo hablaba perfectamente corso, frances, catalan, espanol, italiano y arabe, pero, curiosamente, andaba un poco corto de ingles, "sajones de mierda, paso de ellos", solia decir.
El tuktukero le entrego un sobre cerrado rogandole que no lo abriera hasta estar en el hotel, y de paso intento hacerse su business con el detective Moralini.
-"Marihuana, opium, ladies...?"-
Rafaello solo entendio lo primero, y para calmar los nervios decidio comprar unos gramitos de la excelente hierba que se cultiva en las montanas de Laos. Pago la cuenta y se retiro al hotel. Entre una cosa y otra ya era casi media noche y el gobierno comunista que controla el pais tiene en vigor una especie de toque de queda donde todos los locales tienen que estar cerrados y la gente recogida en sus casas.
Al llegar al hotel abrio el sobre y se encontro con nuevas instrucciones. Aquello empezaba a cansarle, parecia un programa de la tele con tanta prueba antes que un trabajo serio. Una carta decia que tendria que estar en un templo budista a las seis de la manana, en el Wat Prah Chinag, donde un monje le daria un par de claves para encontrar lo que buscaba. Rafaello comenzo a ponerse nervioso con todo aquello, se hacia mil preguntas y no obtenia respuestas, con que monje deberia encontrarse si todos son iguales?, todos van rapados al cero y todos visten una tunica color azafran. Estaba tumbado en la cama de un hotel cutre, oscuro, con paredes sucias pintadas de color verde pistacho, algun bicho que no habia visto jamas trepando por las paredes, el ventilador sobre su cabeza y el ruido incesante de las aspas dando vueltas...
Decidio que era el momento perfecto para liarse un canuto y dormir del tiron. Pero despues de las primeras caladas todavia se volvio mas paranoico, penso que esas bocanadas de humo llegarian a la calle a traves de la ventana, y al olfato de algun avispado y corrupto policia. Y no se le ocurrio otra cosa que vaciar en la habitacion un spray de repelente antimosquitos para mitigar el olor, y acabo profundamente dormido y colocado, pero no por los efectos de la hierba, sino por haber inhalado los vapores del repelente. Cuando se desperto, sudoroso y en la misma posicion en la que habia caido la noche anterior, se dio cuenta que eran las ocho de la manana, llegaba dos horas tarde a su cita con el monje.
Y hasta aqui he llegado, no esta mal para ser algo improvisado, no? Os propongo un juego, todavia no se que puede pasar en el templo con el misterioso monje, asi que acepto ideas y sugerencias en los comentarios. Quiza entre todos podamos sacar una bonita historia y ayudamos a Rafaello Moralini a resolver su caso. Venga, animaros y echadme una mano.